Todo orden fue siempre una fantasía

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Hace un poco más de tres meses que estoy en India. Escribir ha sido
difícil, quizás porque después de la intensidad cotidiana, siempre termino
el día tirada en mi cama con múltiples pensamientos en mi cabeza. A veces,
desearía dejar mi mente en blanco, concentrando el universo en un solo
color. Púrpura.
La primera semana estuvimos junto al grupo en un sitio alejado del centro
de Pune. Fue un espacio seguro, en donde nos empezamos a conocer y el
equipo de GCY nos introdujo a lo que sería esta experiencia. Tuvimos la
oportunidad de reflexionar, meditar y compartir opiniones. A mitad de
semana nos llevaron a una de las calles principales de la ciudad, por
primera vez en las calles de Pune. A penas el bus se aproximó a la
carretera sentí el aire cargado y oí el ruido del tráfico. Fue aterrador.
Nunca antes había visto algo similar. Me dió un poco de miedo y curiosidad.
¿Sería capaz de vivir autónomamente en una ciudad como esta? Sin pedirme
permiso, la incertidumbre comenzó a atacar. Al bajarnos del bus, nuevas
incógnitas aparecieron. Actos tan cotidianos como atravesar la calle, eran
un desafío en el que sentía que mi vida estaba en peligro. Exagerado o no,
sentía un zoológico en mi estómago cada vez que veía una moto aproximarse a
mi. Algunos días después, abandonamos definitivamente CDSA, y tuvimos que
armar las maletas para conocer a nuestra host-family. Luego de un abrupto
cambio de host-family al terminar la primera semana, me instalé con mi
actual host-family.

Todo esto ocurrió en Septiembre. El tiempo vuela. Este es un pensamiento
súbito que a veces me sorprende.

He estado tres meses en India, y esta experiencia se ha vuelto intensa. Es
posible que sea útil hacer un resumen superficial de mis meses en India.
Sí, a veces la superficialidad sirve..

*Septiembre*
‘Comenzar a abrir los ojos.’
Septiembre fue un mes de descubrimiento, aceptando cambios que no esperaba,
y de comenzar a entender a los Punekar (gente de Pune). A pesar de la
barrera del idioma, me dí cuenta de que las personas acá son directas, un
poco bruscos para decir ciertas cosas, y también algo impuntuales. Fuerte.
Siempre me he considerado una persona directa y frontal, y me di cuenta que
a veces puede ser brutal. Aunque a pesar de todo, siempre encuentras a
alguien que te sonreirá en la calle y mucha gente con disposición de
ayudar. Con el paso de los días, también empecé a reconocer el ritmo de
vida acá. Ritmo? Un ritmo arrítmico. El tiempo en India es algo
completamente loco.. cada día me convenzo más de que el tiempo es una
invención humana, y de que se siente y se vive de diferentes formas en cada
sitio. Septiembre fue un mes de descubrimiento. De recorrer nuevas calles,
percibir aromas extraños, mirar con nuevos ojos. Hubieron momentos en los
que me perdí (interprétese ‘perder’ como usted quiera) y tuve miedo. Cuando
salía a caminar, intentaba reconocer los prejuicios que me habían contado y
cada vez que estos estereotipos no se cumplieron, me frustré. Entonces,
entendí que debía comenzar a mirar con amor y curiosidad. Me frustré
también por no ser capaz de sacar ‘la niña interior’ de mi host-mom, y sin
embargo también me perdoné y entendí que los procesos son personales.
Nuevos sabores, nuevos aromas, nuevos pensamientos, nuevos ruidos. El
cambio de familia me vino bien. Con lentitud y algunos temores, aprendí a
caminar en Pune (aunque es un proceso constante).

*Octubre*
‘India un país de contradicciones’
Pune se transformó en un mar de contradicciones que intentaba procesar en
mi mente. Tenía más actividades en el día, como por ejemplo trabajar en la
escuela. Durante este tiempo intenté reconocerme en el aula, hasta
encontrar la posición que más me acomodaba.. la de un estudiante. Es
definitivamente más fácil ser estudiante que profesor. Admiro el labor de
los educadores. Siento que como estudiante me puedo acercar a los
estudiantes e intentar guiarlos desde la comprensión. Es difícil mantener
el control de 64 estudiantes en una sala. Y la verdad, es que raramente se
logra controlar la emoción de un grito, un salto, o un empujón entre los
alumnos. Esto me da felicidad, porque veo que la naturaleza del humano es
esa.. intentar escapar de la sala. Tal vez sea bueno replantearnos el
sistema educativo? Probablemente. Aunque al mismo tiempo, reconozco el
esfuerzo que profesores ponen en intentar disciplinar a los estudiantes con
la esperanza de un buen futuro para ellos.
En cada una de mis aventuras en India, notaba muchas contradicciones
internas.

*Noviembre.*
En noviembre me enamoré de un chico que andaba a ‘pata-pelá’ en bicicleta
vendiendo globos. Parecía que a él no le importaba vender los globos y, sin
embargo disfrutaba la brisa que acariciaba su cara. Lo llamé con un extraño
sonido y nos sonreímos. Alma gitana, enamorarse nunca fue tan fácil.
Después de unos minutos él desapareció entre la multitud.
Noviembre fue un mes un poco nostálgico. Intentaba recuperarme de los
contrastes que veía en el reflejo. La ciudad de comportaba como un espejo,
y al mismo tiempo la urbe seguía andando, completamente indiferente a mis
procesos personales. A mediados de mes tomó lugar DIWALI “El festival de
las luces”. India lucía hermoso, y era esperanzador ver a la gente
decorando sus casas. En Diwali tuvimos 20 días de vacaciones (sin escuela),
tiempo útil para descansar y replantearme como estaba mirando.

Sin dudas, esta experiencia me ha ayudado para abrir mis ojos y mi
corazón.. a querer más también, porque es inevitable no sufrir por lo que
no se entiende, y frente a eso solamente intento sembrar desde el amor. Mi
mente sigue dando vueltas en esta noche, y mi corazón divagando por ahí.
Pero, al final del día me siento agradecida de tener la posibilidad de
observar y aprehender.

Muchas gracias por leer.